¿Sabías que el tiempo es un concepto e invento relativamente moderno creado por los romanos?
¿Te has parado a pensar alguna vez que existen otras modalidades o tipologías de tiempos?
El tiempo lineal, que es el que conoces y bajo el que vives y se sustenta nuestra sociedad fue creado por lo romanos apena hace unos dos mil años. Es decir, que si lo comparas con la aparición del homo sapiens, hace unos treinta y cinco mil años, llevamos sólo un 0.6% de nuestra existencia usando este tipo de tiempo y sólo en algunas partes del planeta.
Es decir, que paralelamente, han existido (y siguen existiendo) otras formas de tiempo distintas al tiempo lineal, siendo una de ella el tiempo cíclico del que te hablaré en un rato.
Pero antes, deja que explique un poco más el tiempo lineal. Éste es en realidad un tiempo forzado, artificial, creado para la optimización de la vida y para maximizar nuestra productividad. Una forma de tiempo patriarcal, inventada e impuesta por el hombre.
Sin la existencia del reloj, y siguiendo el sol, sólo podemos medir tres puntos temporales: el amanecer (salida del sol), el mediodía (el punto más alto del sol) y el ocaso (puesta de sol) y así es como lo hacía la gente. El sol regía nuestras vidas y dictaba los ritmos de nuestros días.
Los romanos inventaron el reloj de sol allá por el 260 a.C, dividiendo la superficie del reloj en 12 partes (las horas). Es decir, que el día, tenía sólo 12 horas puesto que la noche no contaba y las horas cambiaban de duración dependiendo de si era primavera u otoño. ¿Lo vas viendo? Ya que hay menos luz del sol a finales de otoño e invierno, las horas eran mucho más cortas, mientras que a finales de primavera y verano, las horas eran mucho más largas.
A esto hay que añadirle el factor de que la hora era distinta según en qué parte te encontraras del mundo. No fue hasta la invención del reloj mecánico que se impuso una hora común para todo un territorio.
Pero avancemos un poco más y hablemos ahora de calendarios. El que ahora utilizamos, el calendario gregoriano, es también un invento moderno, concretamente del 1582 y que sustituyó el calendario juliano, que a su vez sustituyó el calendario romano.
Y es que de calendarios, hay muchos, y más si nos ponemos a hablar de los calendarios utilizados por otras grandes civilizaciones, pero uno de los más utilizados en la antigüedad era el calendario lunar, donde los meses tienen 28 días y vienen marcados por las lunas nuevas.
Esto de los calendarios me parece fascinante. ¿Sabías que el calendario romano tenía sólo diez meses? Para ellos el año empezaba con el equinoccio de primavera (nuestro marzo) y terminaba en diciembre. Eso quiere decir que enero y febrero no existían. Punto. El invierno era nada. Sólo invierno. ¿No te parece fascinante y a la vez, tan lógico?
De ahí, empezaron los cambios, los meses pasaron de 28 a 30 o 31 días, se inventaron enero y febrero, el principio del año pasó a enero y ya todo se lió hasta llegar al calendario que utilizamos en la actualidad.
¿Dónde quiero llegar? Quiero que veas cómo esto del tiempo es un concepto abstracto, una idea impuesta para organizarnos y mejorar nuestra productividad.
¡Ojo! No reniego de esta forma de gestionar el tiempo del todo. Creo que el mundo es muy complejo y que somos demasiadas personas en este planeta como para no tener un sistema que nos permite organizarnos y ponernos de acuerdo. Sin embargo, nos hemos pasado al otro extremo.
Con este tipo de sistemas para medir el tiempo, creamos un modo de tiempo lineal que se sentirse rápido, fugaz. De hecho, el tiempo lineal es patriarcal, angustiante y depredador.
Es un tiempo artificial bajo el que intentamos someter la biología, NUESTRA biología. Y aquí van algunos ejemplos: forzamos nuestro despertar cuando aún es oscuro, pero es que nos acostamos mucho más tarde que el resto de animales (recordemos que nosotros también somos animales y que antes nos acostábamos cuando se ponía el sol). Nos forzamos a seguir produciendo y mantener el mismo nivel de eficacia en pleno invierno, no importa el frío, la nieve, la oscuridad o la quietud y letanía en la que se ha sumergido la vida en esos meses de hibernación. Nos tomamos cafés para espabilar cuando estamos cansados en lugar de reposar y recuperarnos (como hacen el resto de animales), forzamos nuestra ganas cuando lo que nos pide el cuerpo es quedarnos en casa arropados o permanecemos encerrados cuando el cuerpo nos pide aire, sol y libertad, etc.
Con el tiempo lineal hay la ansiedad de ver el tiempo escurriéndose de nuestras manos, del pasado que ya no volverá y la permanente sensación de que nunca hay suficiente, de que avanzamos sólo hacia delante y perdemos todo lo demás. Es un tiempo que nos hace siempre, siempre, sentir mal.
El tiempo cíclico, sin embargo, es un tipo de tiempo que se percibe y sienta natural. Es lento, sosegado, nutritivo, compasivo y femenino. Se caracteriza por percibir el tiempo, en lugar de en una línea, en un espiral. Es decir, todo es un ciclo, todo vuelve y se va para volver, todo es el ciclo vida-muerte-vida, donde no hay vida sin muerte y donde la vida empieza a surgir en el momento en que algo muere.
El tiempo cíclico lo vemos en la naturaleza, en la salida de sol, las fases lunares, las estaciones, los ciclos del agua, el nacer de los bebés y la muerte de la vida. Este tiempo ES como funciona la vida.
El tiempo cíclico, como te comentaba, percibe el tiempo como un espiral en el que vamos encontrándonos en los mismos puntos. Es decir, todo vuelve, volveremos al mismo punto siempre y avanzamos en el espiral con cada nuevo salto de conciencia.
Esta vida, la misma tienes ahora, es un ciclo, una pieza del espiral más en el que te encuentras y forma parte de las muchas vidas que has tenido y que tendrás. Este vida, es un punto de encuentro en el que ahora trabajas y en que puedes ahondar en tu conciencia para ir avanzado en tu espiral, en tu ciclo.
Sé que es complicado entender esta forma de percibir el tiempo, pero te invito a que reflexiones sobre ello. Si de pronto, el tiempo no se pierde porque todo es un ciclo, nos relajamos automáticamente, bajamos nuestra ansiedad e histeria dos octavas y nos calmamos. Porque aunque el tiempo lineal nos ha permitido HACER lo que ninguna otra especie ha hecho jamás, el tiempo cíclico nos permite SER.
¿Cómo puedes integrar el tiempo cíclico en tu vida?
Para empezar, tú misma tienes un reloj cíclico en ti, tu menstruación. Si vives de acuerdo con ella, integrándola en tu vida, amándola por la que es y respetando el ritmo que te marca, empezarás a sentirte mucho mejor y más conectada. ¿Qué necesidad hay de forzarte los primeros días de menstruación si te sientes cansada y con ganas de meterte en tu caparazón? ¿Cuándo te sientes más enérgica y activa? ¿En la ovulación, antes, después? ¿Cuándo te sientes más sexual? Conecta con tu cuerpo y trabaja con él, no contra él.
Estos ciclos están también incluso si ya tienes la menopausia. La mujer pasa por los arquetipos de doncella-madre-anciana a lo largo de su vida y los tres tienen sus funciones vitales dentro de la comunidad. La mujer con el arquetipo de anciana es sabia y visionaria, es la guardiana. Pero en sociedad tan masculinas e individualista como la nuestra donde se hace apología de la juventud, la mujeres hemos perdido el contacto con nuestro sentido y papel en la comunidad, haciéndonos sentir inútiles e invisibles llegadas a cierta edad. Pero esto nos da para otro tema.
Lo que me lleva a las lunas. Vivir con tu propio calendario lunar es más fácil de lo que crees, sólo tienes que observar en qué fase está la luna y observar cómo te afecta anímica y físicamente. ¿Te sientes expansiva cuando la luna está creciente o llena? ¿O por el contrario estás más activa con la luna menguante o nueva? Si la luna levanta mares y crea mareas, ésta puede afectarnos a nosotras, sin lugar a duda.
Personalmente, yo trabajo con las lunas nuevas. Con cada luna menguante, antes de la luna negra, trabajo en ejercicios que me ayudan a soltar (mi ofrenda a la luna) para, en la luna creciente y justo tras la luna nueva, plantar mis intenciones (mi siembra) y trabajar con ganas en ellas. De este modo, luna tras luna, suelto y siembro hasta que el cambio se produce en mí.
Otra forma de integrar el tiempo cíclico en tu vida es el contacto con la naturaleza, así serás consciente del avance de las estaciones y de la belleza de cada una de ellas. El renacimiento de la primavera te embriagará, el verano, el estallido de la vida, sus fruto, te hará sentir la máxima exaltación, en otoño te volverás reflexiba y apurarás los últimos proyectos y en invierno reposarás, invernarás para volver a salir con fuerza en primavera.
Y por último, puedes vivir siguiendo la rueda del año y celebrando los esbats puesto que estos se integran perfectamente en los ciclos de la naturaleza y te ayudarán a ser consciente de las fases.
En definitiva, te invito a integrar el espiral dentro de tu vida y percibir el tiempo como ciclos donde todo se va, pero donde todo vuelve también.
Mística